viernes, 28 de septiembre de 2007

TERRAZA DE VERANO

bajo la trilogía poética "Celada sobre encaje de guipur", se publica íntegro mi libro:

"TERRAZA DE VERANO"

Éste es el que puedo considerar mi tercer libro editado, pero 5º en el orden de la escritura. Se escribió en 2004 y se edita en 2005.

En este libro, etablezco a modo de iniciación, lo que considero son mis bases sobrte la poesía, y que a continuaciópn expongo:

LA POESÍA Y SUS EFECTOS SECUNDARIOS Palabras, símbolos, metáforas... todo a cauce hasta el ritmo del poema. La Poesía no se hace con ideas, sino con palabras, como ya escribiera Hierro a Degas, con la anuencia de Mallarmé. La eterna quimera de la idea o cómo entender el mensaje del poema que nos deja un sabor a lágrimas sin respuesta. No es que no exista la idea. La idea toma otro sentido, otra forma... He aquí que forma y contenido, significante y significado nos conducen hasta el verso de la noche: el verso de los dioses, que repitiera Valèry desde el simbolismo, cuando todo duerme y la palabra se hace instrumento del poema y para el poema. Ya, antes de que captemos el sentido, la palabra cautiva, enamora, penetra... se hace dueña del castillo, te rompe por dentro y te destroza; te seduce, te hace ambiguo e incluso, te deshonra. Poesía es nombrar las cosas de manera diferente: cambiar el árbol por el monte y la gaviota por la arena. Cantar lo irrepetible, e imposible o más bien inalcanzable. Por eso siempre sentimos la necesidad de descifrar el poema, rebuscando en ella la presencia de un contenido objetivo, y he aquí el error, la lectura poética debe ser subjetiva: antes que las palabras, nos pueblan sentimientos, y esos, son todos alma y camino incierto. Lo contrario sería una lectura científica, estructural, prosaica. El poema es una creación, nunca una reproducción fotográfica y como tal no se atiene a más reglas que a sí mismo. El verdadero poema no es fiel a otra realidad lingüística que la rotura del lenguaje por la metáfora, hasta la cadencia... llegando, incluso, a la destrucción del propio lenguaje y a la negación gramatical de las frases que intervienen. El verdadero poema puede carecer de sentido, y nada sería, sin ese riesgo. Como un golpe de dados o un corte de baraja que, a mitad de trayecto, pronuncia una palabra nunca escrita. Ese jamás, esa idiosincrasia con el tiempo y el espacio, que nos vulnera y nos hace invulnerables por momentos, hasta el límite universal del verso. José María Pinilla

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