viernes, 28 de septiembre de 2007

prólogo II a TRILOGÍA POÉTICA -

LA TRASCENDENCIA DEL VERBO

Simón Zavala Guzmán * El lenguaje de lo común y cotidiano - sin que esto sea una negación del mismo -; esto es, el lenguaje que sólo sirve para ponernos de acuerdo unos con otros, el lenguaje de la finalidad y de la utilidad para comprendernos, tiende a extirpar o a esquematizar cada vez más, lo que hay de imagen en las representaciones significativas que ese lenguaje produce. Todo lenguaje trasmite en su estructura esencial, imagen y concepto. En el lenguaje diario, por el trato permanente y la necesidad de entendernos, lo que importa es el núcleo conceptual fijo, que proporcione una comprensión inmediata y segura. En la poesía, el lenguaje tiene una decisiva importancia por ser la posibilidad y el camino de transmitir con veracidad no sólo un conjunto de palabras y conceptos, sino fundamentalmente, la sensibilidad, el estado de ánimo, el pensamiento y el mensaje del creador del texto poético. En la poesía lo crítico y primordial, es sentir profundamente lo que se va a escribir y vivir con intensidad en las palabras con las que se va a transferir ese sentimiento, en toda su plenitud de sentido y plasticidad, permitiendo que, inclusive, la intuición se eleve sobre la comprensión y la imagen sobre el concepto. En este puente invisible, pienso yo, se encuentra la fuerza motriz de cada texto poético en particular, y por supuesto, de cada obra poética. Además esto nos permite saber si una obra poética es o no poesía, si es que lo que leemos es mera cobertura, epidermis o cáscara; o es esencia, contenido y profundidad. La poesía se manifiesta por el lenguaje.Toda seudo poesía o falsa poesía - si es que a ésta se le puede llamar poesía - se traiciona y se pone en evidencia inmediatamente ante quien la lee, porque el rostro por más disfraz que lleve finalmente no se puede esconder. Toda poesía verdadera, siempre es, en cambio, un modo y una oportunidad hermosa de ofrecer un contenido, una interioridad, una estructura verbal enjundiosa y bien cimentada. Indudablemente que la poesía, también se nutre de otras particularidades y de determinadas figuras literarias, dentro de las que sobresale la metáfora que es el alma de la poética. Pero creo que, por sobre todo, la verdad poética y su forma de comunicarla, son dos columnas vertebrales que identifican el discurso literario para que éste tenga el vuelo lírico que lo hará trascender. Por otra parte, el acto de creación ha sido, es y será, en el ejercicio de la imaginación, una anticipación a lo desconocido. Siempre será una suerte de alumbramiento de este propósito de reinventar el futuro. Siempre será el alimento para construir muchas cosas, aún "donde no hay nada nuevo bajo el sol". Y la poesía, en tanto acto de creación y fruto de advenimiento, es un sendero para so ar y advertir lo que posteriormente tendrá que ser. En el creador hay otro mundo que también vive en su mente. Un mundo que tiene otros códigos, otros seres, otras arcillas, otra cosmovisión. El poeta descifra y desveliza esa otra realidad, concretiza las visiones y las plasma para siempre en las palabras y en el verbo que las insufla.El hecho poético como acto de creación, es y será un desgarramiento interior lúcido o un rayo de alegría cerebral que nos brota por esa vital necesidad de expresión y comunicación con los demás. Esta afirmación, que no es nueva ni original, pero que es cierta, nos invita a buscar cuál es la causa originaria de ese hecho poético. Si la poesía es comunicación lírica manifestada estéticamente a través de la escritura poética, podríamos concluir que esa comunicación es el vehículo para transmitir el hecho poético, pero no es en si, el origen del hecho poético. En el poeta hay un puente de comunicación entre la sensibilidad y el pensamiento, configurándose un contenido psíquico tal como es; es decir, un contenido que en nuestra psiquis involucra a un mismo tiempo, lo sensorial, lo conceptual y lo sentimental. Ese contenido luego se corporeiza mediante el lenguaje. La poesía extrae un estado de ánimo y un lenguaje interior, los funde y los materializa en un texto, que una vez escrito, se constituye en el testimonio propio de una profundidad interior que no quiere nacer y morirse adentro. El poeta tiene una vocación de parir advenimientos interiores, sue os y vivencias, vidas pasadas y futuras, devenires, avatares y vaticinios. El poeta tiene un don que le permite abarcar, a un mismo tiempo, la vastedad del universo en el que existimos, de los seres y las cosas que nos rodean; y el abismo intrínseco del verbo que los define líricamente. Luego recoge con fidelidad las fuerzas telúricas del mismo y del cosmos que multidimensionalmente lo sobrepasa. Y finalmente, en la última etapa de su alquimia, construye el milagro de la palabra poética. Este libro, - que he leído con deleite desde la óptica de un trabajador del mismo oficio - en el que el verbo y la palabra de Nina Reis, Roberto Bianchi y José María Pinilla, palpitan con denodada fuerza literaria, permite probar con veracidad lo que anteriormente he manifestado. La poesía de ellos es una verdad poética que no admite reparos. La poética de Nina Reis siempre es de alumbramiento. A través de su estructura creativa nos dice su verdad con una franqueza y sinceridad que estremece y, en la que, interpretando desde su yo y a su manera, nos expresa desde una voz límpida el desgarramiento tenaz del ser humano contemporáneo y nos incita a una reflexión personal y colectiva. Hay en los textos de este libro la confesión limpia de una gran mujer, de una mujer de talento y fina sensibilidad y, a quien nunca se le agota la energía para crear, para escribir, para darnos permanentemente su palabra lúcida y cerebral. Estos poemas son el espejo de su personalidad y su vida. Son el espejo de su pureza y su dulzura. Poemas bien construídos en los que una filosofía que lacera por la contundencia de sus conceptos nos inunda y nos empuja a seguir pensando que nunca debemos claudicar en lo que nos proponemos. Versos transfigurados de ternura hasta en el dolor y en el rompimiento. Versos libres de ataduras semánticas y de vocablos artificiosos. Versos donde la palabra profunda tiene siempre calor para expresarnos la fuerza de su lucha, y tiene tiempo y esperanza. Versos en los que el amor fulgura con un sol propio, el sol de su verbo de fuego puro. Palabra apasionada en ciertos pasajes, vigorosa en otros, tierna en otros, resuelta y firme en otros. Palabras en las que la vibración y tensión internas llevan el ritmo y la musicalidad que ella imprime desde sus registros líricos inimitables. Palabras demoledoras, rotundas, que responden a diferentes estados de ánimo de la autora, a diferentes momentos vitales, a circunstancias distintas, a encrucijadas, en los que siempre sale avante. Nina Reis trasciende porque su verdad poética a más de alumbramiento es deslumbramiento para todos.Roberto Bianchi, poeta de cepa y de naturaleza. Poeta auténtico con letras mayúsculas. Escribe su poesía sintiéndola, viviéndola en cada palabra. Su poética nace del desmenuzamiento de su corazón y de su memoria. Los poemas de este libros son el resultado de esas constantes. Son escritos con un lenguaje claro, que con conmovedora veracidad nos dice el origen y el sentido de los hechos y las cosas, con la más absoluta lealtad; con sinceridad y con honestidad. Con esa honestidad con que su militancia se refuerza día a día por un mundo mejor. Hay en su lenguaje, como un aliento permanente, una palabra plasmadora que sintetiza de la manera más completa posible la realidad de los sentidos, con todas sus especificidades, en un tono directo y desnudo, sin retórica, con una depuración idiomática impulsada a buscar y encontrar la receptividad del mensaje poético inmediatamente con el lector. Un lenguaje sin refinamientos virtuosistas ni estereotipadas antítesis en el que la metáfora logra fundir en unidad convincente imágenes en la cotidianidad están separadas y hasta son incompatibles. Un lenguaje en el que el sentido de las palabras no se agota en su significado conceptual y las significaciones emotivas tampoco se agotan conceptualmente. Las ideas están fundidas a un sentimiento vital y a un estado de ánimo proclive a la vibración interior y a la tensión que ésta ocasiona. Con todos estos elementos el conjunto de poemas de Roberto Bianchi que se inserta en este libro se transforma en un complejo verbal poético configurado rítmica y melódicamente y articulado sintáctica y semánticamente, como en la literatura se requiere para que una obra de esta naturaleza tenga una validez perenne. Poesía pensada, elaborada conciencialmente y tamizada por los filtros de la razón y el sentimiento. Poesía que tiene permanentemente un nivel de accesibilidad a todos por la frondosidad y el manejo del lenguaje, por las figuras literarias que sustentan los textos, por la musicalidad que sin tregua se desborda de las palabras, por la coherencia del mensaje, por la organicidad del discurso literario. Hay una diafanidad y una limpidez en cada uno de los poemas. Hay una demostración de oficio, de trabajo literario responsable consigo mismo y con los demás, y un nivel poético superior. Y no podría ser de otra manera, porque Roberto Bianchi es una cifra significativa en la poética contemporánea. José María Pinilla creador de recia contextura poética. Los poemas que entrega en este libro tienen una trayectoria definida, permanente y consistente; trayectoria que a lo mejor, para poder ubicarla en el espacio poético, en el mundo poético, es necesario enmarcarla en el plano de la interioridad del creador - José María Pinilla - y en el plano de una consciencia social que, de alguna manera, es la receptora de los textos poéticos. En el hecho de que su creación poética - la de José María - es la manifestación del ritmo vital de su existencia y la circunstancia que la rodea; y en el hecho de que su poética está inscrita también en un realismo dual: su propio realismo y la realidad de lo que lo rodea; del mundo en donde se unen y se repelen, a su vez,, su mundo real interno y su mundo real externo. Consecuentemente, la poética de José María Pinilla es descubrimiento y expresión de vida, de su vida y la vida de los demás. Así, afirma su circunstancia dentro del mundo que lo rodea por la afirmación de su ritmo vital; o la devela cuando ésta refleja cotidianamente todas las contradicciones del ser y la sociedad; o la niega, cuando esa circunstancia le niega involuntariamente su impulso vital. A través de este camino de afirmación y a veces de negación, podría decir que llega al fenómeno de la creación poética mediante la palabra, constituyendo un universo poético temporal-intemporal, porque son poemas de antes, de ahora y de ma ana. Textos de gran levadura poética, que quizás y, de acuerdo a mi criterio, no llegan de entrada. Hay que releerlos, hay que desentra arlos, hay que degustarlos, para encontrar las claves y revelaciones de su creador, y para en ellos ir descifrando las interioridades, las profundidades, los abismos de José María Pinilla. Textos de lenguaje sugestivo y, de conceptualizaciones filosóficas, que no pueden ser leídos con la rapidez de la mirada. Tienen que ser leídos con detenimiento, bajo una perspectiva de sensibilidad y análisis, para encontrar la médula de cada uno de ellos. Son poemas que no contemplan una traslación naturalista de la realidad. Trasuntan una lucha incesante y un aliento por la vida y su proyección. Hay un juego metafórico que les da fuerza y consistencia y que se advierten sin ningún acomodo a la estructura del texto. Existe una verdadera limpidez en el discurso literario.No hay necesidad de asaltar la geografía poética de José María Pinilla para atrapar su contenido lírico y la importancia de su mensaje. Todo esto vierte libremente de los poemas. Quizás, en determinados instantes poéticos, deliberadamente nos lleva a un plano metafísico para luego hacernos caer en la realidad; nos ubica en la pureza de las imágenes y nuestra propia proyección.Traza un mundo unidimensional en el que la ternura rebasa la recreación. Pero en lo fundamental debo decir que estos poemas de José María Pinilla aprehenden y recogen los acontecimientos interiores y exteriores con absoluta versatilidad. Y allí está el valor estético de este grupo de poemas de su autoría. Verso a verso, arrancándole a la imaginación y a la realidad, con serena y tibia sensibilidad, la veracidad de los hechos, de los personajes, de los días, de los lugares y de las actitudes. Y digo verso a verso, porque el lenguaje y el contenido de esta poética nos induce al análisis mesurado de la realidad que vivimos, para desde sus significados y significantes, desde su estructura literaria, desde su dimensión ética y estética y, desde la epidermis lírica de su manifestación, comprender que hay un poeta verdadero y una palabra elevada que conmueve y golpea el pensamiento al que la lee.

* poeta y ensayista ecuatoriano

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