viernes, 28 de septiembre de 2007

prologo I a TRILOGÍA POÉTICA

MODO DE EMPLEO PARA UNA TRILOGÍA "¿Es preciso tanto ingenio para descubrir que cuando mi hacer consiste en un decir, yo hago necesariamente lo que yo digo?" se interroga Pierre Bourdieu , más allá de la irónica simpleza de la pregunta, el autor nos impone la reflexión con motivo de ese extraño fenómeno humano que es la poesía.
“La poesía –afirma Jorge Luis Borges- es el encuentro del lector con el libro", luego nuestro intento será trasmitir la experiencia de un diálogo íntimo con el escritor, porque los libros nos dan esa posibilidad, como ya escribiera el poeta español Francisco de Quevedo. El escritor alemán F. Schlegel escribió, en su Cuaderno de Poesía, que “El origen de la poesía es el juego de palabras” y así parecen entenderlo Bianchi, Pinilla y Reis transmitiéndolo a través de un libro que juega con el lenguaje, al tiempo en que lo subvierte de diversas formas y maneras. Ese juego aparentemente simple –aunque trasgresor- ya revela el oficio de poeta, porque el poeta, según lo definiera el escritor brasileño Décio Pignatari, es un “designer” del lenguaje ante todo.
En la subversión no hay un intento de destrucción del pasado como lo intentaron las vanguardias del siglo XX para finalmente, comprender que el pasado no puede destruirse. Hay un intento de “re-visitar el pasado con ironía y sin ingenuidad” en una actitud posmodernista según la interpretación de Umberto Eco en su artículo “La ironía, lo posmoderno, lo ameno”, incluido en las Apostillas a El Nombre de la Rosa. El libro pues, se presenta como re-escritura y, desde esa perspectiva, intentaremos aproximarnos a él.
Desde Jorge Luis Borges, desde Mihail Bakhtine, desde Julia Kristeva, desde Dominique Maingueneau sabemos que todo texto es una re-escritura de textos precedentes. Borges dijo que “lo que llamamos creación (...) es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído” , Kristeva afirmó que “todo texto es absorción y transformación de otro texto” , Maingueneau escribió que no hay discurso auto-fundado o absoluto y que todo discurso se construye a partir de discursos precedentes, ya sea como afirmación o como negación de ellos. Y mucho tiempo antes que ellos El Eclesiastés ya había dicho que los libros se multiplican sin término (Ecl., XII:12), y Roberto Bianchi en sus textos no sólo produce la re-escritura de sí mismo desde una suerte de antología donde se entrecruzan lo que fue, lo que debió haber sido y lo que provisoriamente es, plasmado en papel y tinta, sino que avanza un paso más y escribe a partir de uno o varios versos ¿ajenos?... Si aceptamos la antigua sentencia según la que el poema no se agota en lo que enuncia, sino en la realidad que desencadena, Bianchi recoge el desafío propuesto desde otro poema y desarrolla un nuevo universo estético. Nina Reis por su parte nos propone desde Migas sueltas, el ejercicio de la poesía como el acto de Morder la lengua y escupir la palabra ese demonio aprisionado entre la saliva y la memoria. Esos retos, sin embargo, pueden ser leídos –en una apelación a una estrategia biografista de decodificación- como las angustias propias de un yo enunciador que atraviesa la vida mirándola a los ojos en una actitud en la que, en apretada síntesis, pueden resumirse varios tópicos sobre los que ha girado la literatura sagrada y profana de todos los tiempos: la angustia del propio destino, la vida como ilusión, la irreversibilidad del tiempo y la muerte como destino único. La angustia y el destierro de la poesía El libro leído desde Pinilla se vale de un procedimiento introducido por la poesía moderna a fines del siglo XIX, que consistió en la inclusión de la reflexión sobre el oficio del poeta y el acto de poetizar dentro de la propia escritura poética, para expresar la angustia del destino elegido. Este trazo metalingüístico es bien patente en el poema Explicar lo inexplicable. Con un paratexto de Alejandra Pizarnik, el poeta demanda, interroga y exige la confirmación sobre la existencia del mundo, de ese mundo que percibe a través de la premonición que padece acerca de su destino último. ¿No lo ves? ¿No ves cómo huelen los colores? El color de la pena y del miedo. Sí, ese miedo al miedo; a la muerte, a la ausencia, a la muerte del amor. ¿Acaso el amor no es muerte, ni la muerte amor? La angustia por su destino de poeta puede resumirse en los versos de PO CHU YI “Y hago versos Y así pierdo la vida Desterrado en Sun Yan” Existe aquí una evidente conexión intertextual con el poema “El Remordimiento" de Jorge Luis Borges, en el cual el poeta afirma“ de los pecados / que un hombre puede cometer. He cometido el peor. No he sido / feliz” y la causa de esa infelicidad la atribuye a su destino y oficio de poeta: “Mi mente / Se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías” (OC, vol 3, p. 143), naderías similares a la aludida por Pinilla en Egoísmo se escribe con hache. A veces, por carencia, el llanto que no existe, los puñados de muecas distantes, y las pocas palabras, colecciono el color acariciado de la ausencia. La pena me impide saber si egoísmo se escribe con hache La vida como ilusión En los poemas: Límite ,de Pinilla, Golpear la puerta, de Reis o Algo nos llama hacia la tierra, de Bianchi , entre otros, se recurre a un viejo tópico de origen hindú claramente explicado en un antiguo texto, que contiene las enseñanzas del sabio Vasishta al príncipe Rama, de esta manera: “Debes saber que el mundo, aunque parezca sustancial, nada tiene de sustancial; es un vacío, una mera apariencia creada por las imágenes y los caprichos de la mente. El mundo es un escenario encantado presentado por la magia ..." Más allá de que la imagen del límite o de la frontera entre lo inasible y lo aprehensible, los poemas se refieren al mundo, en estrecha conexión con el cuerpo del poeta también entendido como una frontera ligada a la muerte, según se expresa en el poema de Raúl Gómez Jattim (p. 35), cuyos primeros versos dicen: “En este cuerpo / En el cual la vida / ya anochece / Vivo yo”. Se trata de la re-escritura de la idea del cuerpo como un sepulcro de la cual nos habla Filoleo, el filósofo pitagórico del siglo V a.C., quien reveló que “Los antiguos teólogos y sacerdotes declararon que el alma está unida al cuerpo por cierto castigo y que está encerrada en este cuerpo como un sepulcro”. Y en este no-lugar que es el mundo sufrimos “Porque el mundo está construido de tal modo que si quieres gozar de sus placeres, debes sufrir también sus dolores”, según Brahmananda, el discípulo del santo hindú bengalí Ramakrishna. Pinilla, Reis y Bianchi lo expresan de esta forma: “Vivir para ver, Las ideas proponen palabras, en el inapelable designio del mensaje; pronunciarlas es ya otra cosa. Vivir para ver, o al menos intentarlo" (“Andrógeno y estrógeno” Pinilla) *** "Si nos acostumbramos a los eclipses miraremos al cielo sin miedo veremos como se va velando como avanza la sombra demoledora" ("Eclipses" Bianchi) *** "Poeta te he encontrado más allá del dolor de ser poema soy angustia de ruedas y noches" (Reis) La conciencia de lo ilusorio no inhibe, sin embargo, el deseo de alcanzar el triunfo, aun cuando lo sea en un mundo de ilusión, triunfo que se hace más fuerte en el discurso que desde lo femenino produce Reis: "Si me ahogo no importa te he concebido poema te doy las gracias" manifestado en la metáfora de la mujer como productora de vida y es la encarnación del poder divino. La irreversibilidad del tiempo El tópico de la irreversibilidad del tiempo tiene ejemplos inmejorables en versos como , “Nadie detiene el recuerdo tropiezo de la fragilidad embrujo del pasado a veces nos olvida en sus trampas” (Reis), *** "cuerpo que te habito inexorable aunque me vista con jirones de luna siento un rumor de espera velando mi entrecejo" (Bianchi) *** "Irremediablemente, la arena nunca vuelve al edificio destruido. Las sandalias, dejadlo por sentado, conocen el secreto de lo austero" (Pinilla) además de la reiterada referencia al paso del tiempo y a lo transitorio de toda forma del ser se conectan, en la poesía de lengua española, con los conocidos versos de Antonio Machado: “Todo pasa y todo queda / Pero lo nuestro es pasar”, cuya matriz filosófica se encuentra en el río de Heráclito. La muerte como destino único El tópico de la muerte como destino único es frecuente en los libros sagrados y profanos de la humanidad. En la literatura de habla inglesa, por ejemplo, leemos en Macbeth (V, v 19), de Shakespeare: “El mañana, el mañana y el mañana avanzan en pequeños pasos de día en día , hasta la última sílaba del tiempo recordado; y todos nuestros ayeres han alumbrado a los locos el camino hacia el polvo de la muerte”. Pero su referente más célebre lo encontramos en la literatura de habla española, en las “Coplas por la muerte de su padre”, de Jorge Manrique, apareciendo ya resumido en los versos iniciales de las mismas: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar que es el morir”. En este volumen se aborda desde la imagen del "eclipse" y del "olvido-recuerdo" “Por eso el alma y la palabra no confunden el camino, se seducen en la senda de lo ambiguo y contonenan sus espaldas hasta el prisma del eclipse” (Pinilla) *** "seguro me habré ido pero alguien convocará mis vocales levantará en una copa de aguardiente mi memoria y volveré a inscribirme Es larga la paciente voluntad de mis huesos" (Bianchi) Finalmente debo recordar el pensamiento de la sabiduría sufí -tan anterior a estos tiempos de consumos y globalizaciones- lo esencial lo hemos relegado por lo inmediato. Lo que realmente importa queda arrinconado entre las cosas que nos quedan por hacer y que nunca haremos. Y cuando el alma se ahoga y grita, desgarrada y enferma, busca la luz, se aleja del vacío y camina hacia la poesía única cura y única puerta hacia un tiempo de bendiciones y amaneceres. Los textos del presente volumen trascienden la re-escritura incorporándola sin negaciones, ni rechazos, e invitándonos a traspasar el esqueleto que refleja el espejo de la ilusión, para ingresar en una galaxia de universos nuevos e inexplorados. Montevideo, enero 2005 Lic. Alejandrina da Luz

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