miércoles, 7 de enero de 2009
Lo que dice Carlos Murciano de "Las palabras del náufrago"
viernes, 5 de diciembre de 2008
lunes, 10 de noviembre de 2008
Acotaciones a las palabras del náufrago
Las palabras del náufrago
viernes, 31 de octubre de 2008
Con "Caminos Invertebrados", José María Pinilla gana el premio VILLA DE ARANDA (Burgos)
El 28 de marzo, se presentó en el ateneo barcelonés "El libro de las excusas", de José MaríaPinilla.
La presentación corrió a cargo de Jualiana Mediavilla, del grupo Poético Laie, cuyas palabras reproducimos a continuación:
PRESENTACIÓN: EL LIBRO DE LAS EXCUSAS “El libro de las excusas” aparece en una etapa de plenitud del poeta José María Pinilla.
Con él obtuvo el prestigioso Premio Internacional de poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza, 2007, que ha venido a engrosar una larga lista de trofeos literarios en diferentes certámenes.
Este poemario confirma su voz poética, en la que cabe destacar el uso exquisito del lenguaje: ágil y cercano, capaz de poetizar la realidad cotidiana sin caer en el coloquialismo, sin abandonar el tono lírico, aunque a veces introduzca términos del mundo de la técnica o de la ciencia, creando nuevas imágenes poéticas:
“…Es como configurar un nuevo software que anunciara primaveras y programara inviernos…”
Los poemas son polimétricos y mezcla armoniosamente versos de arte menor, con fuerte presencia del pentasílabo y el heptasílabo, y versos de arte mayor entre los que abunda el endecasílabo. A veces quiebra los versos largos para destacar algún sintagma y es notable la disposición espacial por la subjetiva forma de construir estrofas irregulares o aislar un verso para intensificar el sentido global del poema. Aunque conoce muy bien las reglas del juego, en el “Libro de las excusas” el autor se reafirma como cultivador del verso libre: evita y persigue la presencia de las asonancias. No descuida, sin embargo, el ritmo, muy cuidado en todos y cada uno de los poemas. La cadencia la consigue también mediante la frecuencia de recursos de tipo fónico, como anáforas o paralelismos: “…Hemos escuchado los vientos y la piel de los vientos, y la anticipación del aire y su existencia…” “…Ya nada queda en el silencio ni en la respiración de los pájaros ni en las nubes de esquemas marginales salvo un ramo de delirios sin palabras…” Puede parecer una poesía críptica cuando las imágenes alcanzan un valor simbólico dentro de su propio universo poético, que no excluye a veces la incursión surrealista, pero la capacidad evocativa y el poder sugeridor de las metáforas permiten que los poemas alcancen diferentes dimensiones y diversas complicidades con el lector. Encontramos en el libro bastantes poemas dedicados a la poesía, o más concretamente a la palabra –ese material resbaladizo del que se sirve el poeta-, en ellos manifiesta su pasión por la poesía, por su magia y su misterio. Poesía-oficio, poesía-necesidad o poesía-consolación (como diría Antonio Pereira). Así en el poema “Sobre alguna forma equívoca de leer versos” el poeta demuestra cómo la poesía no se deja someter a una explicación lógica: (leer poema página 22) “Sobre los nombres de las cosas” es un bello homenaje al poder del lenguaje, a la luz de los nombres y la imposibilidad de vivir en un mundo no nombrado: Nos quedan los nombres de las cosas. Y los nombres tienen alas, bordes que dentellean como una máscara o una urgencia, como un viejo buscar del agua sobre la piedra, un pájaro, el vuelo de una alondra o la maleza que arde. Los nombres son sonidos que conducen al viento, llegan como un corazón ajeno y se quedan para amarnos. Como un color. Como la transparencia de no saber cuándo. En el poema “Sobre como leo a los poetas con decoro”, el poeta manifiesta la importancia de la poesía, su trascendencia y ese anhelo de pervivencia en la palabra: “…Y alimento el cauce y el desgranar de los relojes. Mi ámbito es el tiempo y ese poema inacabado que nos queda, la promesa renovada de no morir en el silencio…” Otros poemas giran en torno a la poesía y la visión poética del autor. Así en “Sobre cómo mi editor me sobreestima”, “Desde la propia inmensidad” y “Todo mi sacrificio es la palabra” se nos habla de la falta de libertad del autor y de esa insalvable diferencia entre las ansias del poeta y el gusto de la demanda –en el improbable supuesto de que la poesía tenga demanda. Vemos también esa búsqueda de la perfección, aun sabiendo que no existe el poema perfecto, puesto que de existir ya habrían desaparecido los poetas. Es frecuente a lo largo de todo el poemario la presencia del “yo” lírico. La utilización de esa primera persona da un toque de sinceridad a los poemas y establece un clima de cercanía con el lector. Aunque podemos hablar de una voz muy personal, rebelde a las clasificaciones y muy difícil de etiquetar. Tiene como referentes más inmediatos a los autores de la llamada Poesía de la experiencia, pero el autor busca el resultado estético, la perfección formal, mediante esa inquietud constante por el lenguaje y la palabra, mencionada más arriba. “El libro de las excusas” es también un viaje introspectivo hacia el propio conocimiento en el que afloran los problemas del hombre, sus miedos y su incertidumbre: el amor, la soledad, la muerte, el retorno a la infancia, el desencanto o la nostalgia serán temas recurrentes que atrapan al lector por la conexión e identificación que se establece cuando la poesía cumple, como en este caso, su función comunicativa: “…No podemos renovar ni el canon ni el criterio. Desde el comienzo, los cálculos previos conducen al fracaso como si un vía crucis de cordura atracara en un puerto plagado de deudores…” Podríamos hablar también de crítica social en diferentes poemas como “Sobre el secreto de las canas” o “Sobre la mensajera navideña”. En este sentido “El libro de las excusas” va más allá de un lirismo aséptico: José María Pinilla une a su poesía intimista su compromiso con la realidad circundante y puede considerarse una poesía, si no de denuncia, sí testimonial. Porque la poesía no puede ni debe renunciar a sus principios estéticos pero, como cualquier manifestación artística, debe dejar testimonio de su tiempo. En este sentido “El libro de las excusas” no deja indiferente nuestra conciencia de lectores y –frente a una sociedad que tiende a la deshumanización- despierta en nosotros ese pesimismo humano tan acorde con la época que nos ha tocado vivir. Juliana Mediavilla Pablo Marzo de 2008